LIBERATE de los pensamientos que te obsesionan.
Solemos
pasar mucho tiempo rumiando una y otra vez aquellos temas que nos preocupan o
nos inquietan. Es que nos enseñaron que tomarse tiempo para pensar en las cosas
importantes de la vida es una actitud de madurez y equilibrio emocional. Eso
es cierto. Reflexionar, por lo general, nos ayuda a renovar nuestras ideas, a
tomar decisiones y a pasar a la acción con alegría y confianza.
Pero cuando
la reflexión se vuelve rumiante y obsesiva, nos atrapa en un laberinto de
ansiedad y preocupación que no conduce a buen puerto, sino al agotamiento.
Estas ideas nos taladran la cabeza noche y día y nos impiden estar en paz.
Lejos de ser constructivo y liberador, este razonamiento queda encerrado sobre
si mismo, es laberíntico y confuso. Esta forma de “pensamiento excesivo” te
impide tomar buenas decisiones y, en cambio, multiplica la ansiedad y la
tensión. Si sos propenso a rumiar tus ideas sin descanso, sabes que esta
experiencia puede tomar distintas formas. A veces, se trata de largos monólogos
internos que recomienzan una y otra vez. Otras, es un repaso incesante de
autorreproches: “debería haberle dicho que”. Y cada vez que se dispara el
gatillo de esta forma de razonar circular y recurrente, es muy difícil detener
el aluvión de ideas negativas.
Cuando el
pensamiento es constructivo, nos permite explorar nuevas posibilidades,
arriesgarnos a lo desconocido y encontrar soluciones innovadores a los desafíos
que nos plantea la vida. Sobre todo, nos ayuda a alcanzar el final de un
proceso y a sentir que “dimos en la tecla”: la sensación que se obtiene cuando
esto sucede es de una profunda satisfacción.
Por el
contrario, el pensamiento rumiante es una trampa: un laberinto sin salida que
nos tiene girando en torno a dos o más ideas obsesivas. Aunque nos parezca que
“estar preocupados” y pensar sin descanso sobre un mismo tema nos hace estar
mas involucrados y mas cerca de la solución a un problema, nada es mas errado:
preocuparse no es un merito, sino un tipo de conducta que puede afectarnos
seriamente.
Todo mal
Vivir
obsesionado, a merced del “picoteo” interior de ideas que se reiteran sin
cesar, tiene consecuencias nocivas, que no siempre se advierten a tiempo:
Ø
Hace que tu vida sea más difícil. A mayor preocupación, mayor tensión
y mayor dificultad para encontrar una salida optima a los inconvenientes. El
pensamiento rumiante agota y, como no conduce a soluciones prácticas, acaba por
ser desalentador: uno se queda con la sensación de que los problemas no tienen
solución.
Ø
Puede hacer enfermar. La preocupación excesiva llega a provocar
trastornos físicos y mentales: problemas gástricos, dolores de cabeza,
hipertensión, dispersión y/o ansiedad, así como disparar o aumentar el consumo
de sustancias adictivas.
Ø
Perjudica tus relaciones. Tu actitud “dale que dale” con las
mismas letanías puede abrumar a tu familia, amigos y compañeros de trabajo. ¡es
muy cansador estar cerca de alguien que esta rumiando siempre los mismos
problemas, sin pasar a la acción!
Ø
Para
poder salir de este círculo tramposo, hay que analizar primero un mecanismo de
alerta que aparece en las personas que viven preocupadas: la ansiedad. Saber si
lo que experimentamos es normal o patológico es un indicio importante para
descubrir como abordar tu problema.
Frente a
situaciones de peligro o estres, el sistema nervios central activa la ansiedad
como una respuesta de defensa ante el peligro recibido. Esto, entonces,
desencadena respuestas de lucha, huida o parálisis con el fin de preservar
nuestra supervivencia.” La ansiedad
normal funciona como un mecanismo que habilita a resolver problemas, sin llegar
a la desesperación o angustia”. Continuará.
Mucha Luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario