jueves, 1 de noviembre de 2012

Pensamientos Obsesivos (primera parte)



LIBERATE de los pensamientos que te obsesionan.

 


Solemos pasar mucho tiempo rumiando una y otra vez aquellos temas que nos preocupan o nos inquietan. Es que nos enseñaron que tomarse tiempo para pensar en las cosas importantes de la vida es una actitud de madurez y equilibrio emocional. Eso es cierto. Reflexionar, por lo general, nos ayuda a renovar nuestras ideas, a tomar decisiones y a pasar a la acción con alegría y confianza.
Pero cuando la reflexión se vuelve rumiante y obsesiva, nos atrapa en un laberinto de ansiedad y preocupación que no conduce a buen puerto, sino al agotamiento. Estas ideas nos taladran la cabeza noche y día y nos impiden estar en paz.
Lejos de ser constructivo y liberador, este razonamiento queda encerrado sobre si mismo, es laberíntico y confuso. Esta forma de “pensamiento excesivo” te impide tomar buenas decisiones y, en cambio, multiplica la ansiedad y la tensión. Si sos propenso a rumiar tus ideas sin descanso, sabes que esta experiencia puede tomar distintas formas. A veces, se trata de largos monólogos internos que recomienzan una y otra vez. Otras, es un repaso incesante de autorreproches: “debería haberle dicho que”. Y cada vez que se dispara el gatillo de esta forma de razonar circular y recurrente, es muy difícil detener el aluvión de ideas negativas.
Cuando el pensamiento es constructivo, nos permite explorar nuevas posibilidades, arriesgarnos a lo desconocido y encontrar soluciones innovadores a los desafíos que nos plantea la vida. Sobre todo, nos ayuda a alcanzar el final de un proceso y a sentir que “dimos en la tecla”: la sensación que se obtiene cuando esto sucede es de una profunda satisfacción.
Por el contrario, el pensamiento rumiante es una trampa: un laberinto sin salida que nos tiene girando en torno a dos o más ideas obsesivas. Aunque nos parezca que “estar preocupados” y pensar sin descanso sobre un mismo tema nos hace estar mas involucrados y mas cerca de la solución a un problema, nada es mas errado: preocuparse no es un merito, sino un tipo de conducta que puede afectarnos seriamente.

Todo mal
Vivir obsesionado, a merced del “picoteo” interior de ideas que se reiteran sin cesar, tiene consecuencias nocivas, que no siempre se advierten a tiempo:
Ø      Hace que tu vida sea más difícil. A mayor preocupación, mayor tensión y mayor dificultad para encontrar una salida optima a los inconvenientes. El pensamiento rumiante agota y, como no conduce a soluciones prácticas, acaba por ser desalentador: uno se queda con la sensación de que los problemas no tienen solución.
Ø      Puede hacer enfermar.  La preocupación excesiva llega a provocar trastornos físicos y mentales: problemas gástricos, dolores de cabeza, hipertensión, dispersión y/o ansiedad, así como disparar o aumentar el consumo de sustancias adictivas.
Ø      Perjudica tus relaciones. Tu actitud “dale que dale” con las mismas letanías puede abrumar a tu familia, amigos y compañeros de trabajo. ¡es muy cansador estar cerca de alguien que esta rumiando siempre los mismos problemas, sin pasar a la acción!
Ø      Para poder salir de este círculo tramposo, hay que analizar primero un mecanismo de alerta que aparece en las personas que viven preocupadas: la ansiedad. Saber si lo que experimentamos es normal o patológico es un indicio importante para descubrir como abordar tu problema.
Frente a situaciones de peligro o estres, el sistema nervios central activa la ansiedad como una respuesta de defensa ante el peligro recibido. Esto, entonces, desencadena respuestas de lucha, huida o parálisis con el fin de preservar nuestra supervivencia.” La ansiedad normal funciona como un mecanismo que habilita a resolver problemas, sin llegar a la desesperación o angustia”. Continuará.
Mucha Luz.


LIBERATE de los pensamientos que te obsesionan.

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